lunes, 19 de octubre de 2009

COMUNICACIÓN Y MANEJO DE CONFLICTOS


El 25 de enero de 1990, a las 7:40 pm, el vuelo 52 de Aviacsa volaba a 37 000 pies sobre la costa sudeste de nueva jersey. El avión tenía suficiente combustible para durar un vuelo casi de dos horas. El avión estaba a punto de aterrizar cuando comenzaron algunos retrasos, a las 8, en el cual le hicieron saber al piloto que tenía que mantenerse dando vueltas debido a un tráfico intenso que había en la pista. A las 8:45, el copiloto de Aviacsa notifico al aeropuerto que volaban con poco combustible. El controlador tomo el mensaje pero no se le autorizo aterrizar hasta las 9:24, pero la información no fue trasmitida adecuadamente al aeropuerto (Kennedy) de que realmente era una emergencia. A pesar de que la tripulación hablaba a la cabina preocupada por la situación.

Se hicieron varios intentos de aterrizaje: el primero intento del vuelo 52 a las 9:24 fue rechazado. El avión entrado demasiado bajo y con la poca visibilidad se hizo incierto el aterrizaje seguro .el segundo intento fue cuando los controladores del Kennedy dieron nuevas instrucciones al piloto, la tripulación de nuevo menciono que estaba volando con poco combustible, peor el piloto dijo a los controladores que la pista de vuelos recién asignada estaba correcta. A pesar de que todo se estaba solucionando, a las 9:32 dos motores del avión perdieron potencia. Un minuto después los otros dos se interrumpieron, el avión sin combustible se estrello en Long Island a las 9:34. Las 73 personas que estaban a bordo murieron.

Más adelante se hicieron investigaciones donde se revisaron las cintas de la cabina y se hablo con los controladores involucrados, y se averiguo que fue un fracaso en la comunicación la que provoco esta tragedia.


Haciendo un recuento de los hechos:
Primero los pilotos continuaron diciendo que ellos volaban con poco combustible. Los controladores de tráfico dijeron a los investigadores que era muy común para los pilotos utilizar esta frase. En momentos de demora, los controladores suponen que todos tienen problemas de combustible. Sin embrago si los pilotos hubieran expresado las palabras “emergencia de combustible”, los controladores habrían sido obligados a dirigir el jet delante de otros y autorizar el aterrizaje tan pronto como fuera posible. Como señala un controlador, si un piloto “declara una emergencia, todas la reglas se hacen a un lado y se crea el espacio en el aeropuerto tan pronto como es posible, y desafortunadamente los pilotos del vuelo 52 jamás utilizaron la palabra clave. Otro punto clave muy importante es el tono de voz de los pilotos no índico la severidad o urgencia del problema de combustible a los controladores.

Por último, la cultura y las tradiciones de los pilotos y las autoridades del aeropuerto pueden haber vuelto renuente al piloto para declarara una emergencia. La experiencia y orgullo de un piloto puede ser un aspecto en esta situación. La declaración de una emergencia formal requiere que el piloto presente un papeleo. Además se ha encontrado que un piloto es negligente al calcular que tanto combustible era necesario para un vuelo, La Administración Federal de Aviación puede suspender su licencia. Y llamadas de emergencia.
Este caso presentado del vuelo 52 nos muestra claramente la importancia de la comunicación para poder obtener un desempeño exitoso.

Conclusión:
Creo que este caso nos muestra claramente que la comunicación es un factor muy importante para nuestro desempeño laboral, ya que nosotros como administradores siempre necesitaremos transferir información y lograr que nuestro receptor tome el mensaje lo más claro posible, ya que al aplicar la toma de decisiones, la planeación, dirección, y otras actividades se requerirá que esta información sea comunicada.
Algo que influye a mi punto de vista en el proceso de comunicación también es el ambiente laboral, ya que si existe tensión de los puestos más altos hacia los más bajos, pues ambos no tendrán la confianza suficiente, para hacer llegar los problemas ya si resolverlos de manera conjunta.
REFERENCIA:
STEPHEN P ROBBINS, FUNDAMENTOSA DE ADMINISTRACION, PRENTICE HALL, 1996.

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